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Mostrando entradas de septiembre, 2021

Mella apolíneo en una secuencia de Paradiso.

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Mella apolíneo en una secuencia de Paradiso.  Reflejo narrativo de las manifestaciones estudiantiles durante la república. En uno de los momentos narrativos más cinematográficos de la novela Paradiso, José Lezama Lima funde dos dramáticos hechos históricos del periodo republicano cubano recreados desde lo vivencial y lo imaginario: “Llegó al grupo una figura apolínea, de perfil voluptuoso, sin ocultar las líneas de una voluntad que muy pronto transmitía su electricidad. Por donde quiera que pasaba se le consultaba, daba instrucciones. La caballería se ocultaba en el lado opuesto al ocupado por los estudiantes. […] El que hacía de Apolo, comandaba estudiantes y no guerreros, por eso la aparición de ese dios, y no de un guerrero, tenía que ser un dios en la luz, no vindicativo, no obscuro, no ctónico. Estaba atento a las vibraciones de la luz, o los cambios malévolos de la brisa, su acecho del momento en que la caballería aseguró la hebilla de la correa que sujetaba el sombrero terminado

En el centenario de Cintio Vitier

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En el centenario de Cintio Vitier Nunca pasamos un mes sin visitarlo, y cuando no podíamos ir lo llamábamos por teléfono. Siempre nos recibía, después de ser anunciados por doña Rosa o por Baldomera (“el mastín de Castilla”, que lo acompañaba como desde otro tiempo, desde una especie de eternidad), en un cuartico húmedo y oscuro como toda la casa, para llegar al cual había que atravesar la pequeña sala llena de muebles inmensos y presidida por el retrato del Coronel, la saleta con el cuadro Los novios de Arístides Fernández, y el patiezuelo que siempre, a toda hora, me parecía un pozo de aire azuloso, lunar. En aquel cuartico, atestado de libros, cuadros, estatuillas, cajas de tabacos repletas de cartas, pomitos e inhaladores de Dyspné-Inhal, siempre me atraían el grabado de Góngora, señorial y ceñudo, el retrato de Mallarmé como derrumbándose infinitamente junto con la ceniza de su cigarrillo, la sobrecogedora mascarilla de Pascal y una máquina de escribir antediluviana, que no podía

Cinco mujeres, una casa, un poeta. Exposición Online

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    Presentación La penumbra que asoma al exterior por entre las cancelas torcidas apenas diferencia esta casa de otras del barrio con sus puntales exagerados y la indiscreta alineación de habitaciones y puertas. Cuando penetra la mirada, van descubriéndose vestigios de singulares presencias-ausencias. Viejas fotografías, cuadros con figuras distorsionadas, objetos agrupados en asociaciones imposibles. Casi se percibe el humo del tabaco de su principal propietario, un poeta tan bizarro como el hogar que habita. Perseguidor de imágenes trascendentes, peregrino incansable de la ubicuidad buscando escapatorias para el tiempo, el júbilo truncado, la soledad, el tedio y la frustración; pero viajero que siempre regresa a su Isla con el utópico afán de salvarla de una causalidad adversa. En la casa también se sienten otras presencias: mujeres que se deslizan breves entre las penumbras, abren las ventanas, sostienen la taza del café, traen la pluma al poeta, le transcriben con sus artes